Érese un pequeño pesado,
jefe de la verdad,
periodista, un tozudo
siempre aquí, siempre allá
Su mujer, que bella,
siempre esperándole, pobrecita
paciencia, Valentina,
volverá, volverá…
Una cena en su casa
Un típico miércoles,
No se habla de Francesco,
Pero el vino mientras muere piensa… Mejor así
De repente llega el diablo
Y destapa palabras escondidas de hacía siglos y digo:
“Escucha, Vale, ¿por qué no hacemos el amor…?
Es natural, no hay que mitificar, estamos solos, es febrero…”
-¿Pero tú estás loco? ¡Francesco, tu mejor amigo!
-Perdóname, Vale, muy bueno el tiramisú.
-Venga, no hagas el cretino, está mal,
Pero el mal ya está hecho…
Empezamos a hacer el amor,
¡Tanga, tanga, traca bum!
Vale grita, la cama salta,
¡todo hace trum trum!
Para mí esto es el paraíso,
Un pecado de amor.
Vale se asusta,
-¿has oído ese ruido?
La puerta que se abre,
La voz de Francesco
-Ciao, amor, he vuelto
-Cago en Dios, no me lo creo.
Escóndete en el armario,
-que escena de teatro-,
Cierro puertas y empiezo
A rezar empinado.
¡Ay! ¡Qué satisfacción, el amor!
Cuando llega de golpe como un niño tozudo.
¡Ay! ¡Qué complicación, las palabras!
Son el banco del alma, demasiada confusión.
Francesco llega y habla:
“Amor, debo confesarte
Que en este último viaje
He conocido a una chica
Es de Surinam, es bella,
Canta, baila… Una pantera.
Me he enamorado
Y nos casamos. Es tan guapa…”
Yo salgo del armario y le digo:
“¡Franceschino, bienvenido!
Muchas felicidades, eres grande,
Me has emocionado, casi lloro,
Esta bella historia
Con tu chica…
A mí también me ha pasado
Con tu esposa Valentina.